martes, 20 de octubre de 2009

Q irónico que ambos tuvieron su simulacro de muerte, y ambos se acompañaron.

Ella con su rodete y su vestido de flores, lo miro fijo a los ojos mientras el acostado en la cama se alegraba por tener a su lado a la madre de sus hijos.

El con su camisa celeste y sus pantalones de vestir, se tomo el primer micro, el cual espero solo sabiendo q allí se encontraban muchos brazos que tocarían su cuerpo tan delgado y arrugado.

El en compañía de sus hijos q los vio tantas veces como yo abre visto al papa, se dirigió hacia la casa q estaba llena de santos, velas y llantos. Se sentó en la punta de la cama le apretó la mano y ella soltó lagrimas de despedida, entonces el se fue sin saber q ella estaría de nuevo allí.

Y aquí estoy yo, mirando desde lejos, sin poder pronunciar lo q pasa por mi mente, sin poder moverme, y esperando el momento en el cual no estoy segura de sentirlo.

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